EL MEÑIQUE, ESA ANTENA SIEMPRE ALERTA

Está plagado de polémica este pequeño dedo de las manos humanas concretamente, aunque existen también en otros animales, pero sólo hablaré de aquellos. El meñique es el dedo –como todos sabemos, espero- más pequeño en las manos y el quinto contando desde el pulgar (el regordete), y del que se habló bastante hace mucho tiempo –bueno, y ahora- por extenderse entre la gente de clase (me refiero a clase social, no a la clase de ir al cole) por apuntar al techo o al cielo, dependiendo de las circunstancias, con el meñique cuando se disponían a beber una copa, mirar con los prismáticos y otras necesidades del momento. Incluso para llevarse a la boca una delicatesen que, en muchas ocasiones, ponderaban acompañando al pequeño dedito con sus compañeros ‘anular y corazón’ desplegados a medias (no tan tiesos) figurando un abanico (de pocas varillas) desplegándose.

Hoy día esta moda no ha pasado de ídem, pero ya nadie –bueno, no tan tajante- sabe de dónde viene ni qué representaba; todavía lo podemos ver en todos los sitios y en muchas personas –independientemente del género- cuando, y principalmente, mueven el café con la cucharilla, toman la taza, la tostada, la galleta, una servilleta, etc. Ahí está el meñique, alerta, vigilante, atento como un suricato a la entrada de la madriguera. Algunos lo tildan de cursilería y la mayoría, creo, no hacemos ni caso, aunque  escribamos al respecto.

Personalmente me parece eso, una cursilería, pero comprendo que como  lo vemos tan a menudo, es tan popular, parece que lo lleváramos en los genes, lo mejor es ignorarlo. Aunque esta tarde yo me dedique a escribir sobre este acontecimiento. Pero si tuviera que dar un consejo para evitarlo sería este: Pegar el meñique al anular con ayuda o sin ella, es decir, como si hubiésemos nacido con esa deformidad o bien usar adhesivo de contacto o un trozo de esparadrapo para inmovilizarlo al anular. Si esto parece excesivo, entonces dedicarse a practicar en casa a no separar esos dedos. Y seguro que lo conseguiríamos. Digo yo, no lo sé.

En Requena, una tarde de inmenso calor de agosto de 2023