Yo soy un melocotón. Podría ser una naranja, un plátano o un guisante. Podría haber nacido cualquier fruta, legumbre, verdura, cereal o hierba. Pero soy un melocotón y… soñé que en otro estado, más lisonjero me vi. No iban por ahí los tiros, no.
Tener una crisis existencial no es privilegio de vosotros los humanos. De eso, nada. Tenemos nuestro corazoncito y reflexionamos sobre nuestra vida; nuestros orígenes y nuestro futuro. Vosotros humanos teníais a Darwin, pero ¿y nosotros? ¿Al señor Patata? Vosotros sois la especie humana, los mandamases; y tenéis piernas para desplazaros, boca para comunicaros –otra cosa es que os entendáis- y manos para meterlas donde no os llaman. Vuestro origen está claro (o no). Vuestros antecesores salieron de África y poblaron el mundo. No se si en los orígenes fueron negros y con el tiempo se decoloraron; o nacieron blancos y con los años derivaron hacia diferentes colores. Esto tampoco lo sabéis vosotros.
Pero, ¿y yo? Si, si, ya se, bla, bla, bla,… las algas marinas, y tal y tal. Y de ahí a más de cuatrocientas mil especies. ¡Y todavía se están descubriendo nuevas! Ya, y vosotros, la humana, una sola especie. No quiero contar, por supuesto, a los animales, insectos y demás, puesto que de esos hay casi dos millones. Así que ¡chúpate esa! Ganamos por goleada.
Como melocotón que soy, la verdad es que no me puedo documentar. Solo puedo imaginar, esto si. Y como no es pecado ya que no sabemos lo que es eso puesto que no tenemos religión, me permito imaginar qué pensarían los humanos cuando vieron por primera vez a un antepasado mío. ¿Será una bola para cazar? Esto casi seguro que fue lo primero. Luego lo olerían, lo abrirían y si se atrevieron, lo probarían. No era venenoso. Y estaba muy bueno. ¿Y el melón? No jugarían al rugby porque no estaba inventando. O las pruebas del garbanzo que seguro se llevaron por delante la dentadura de más de uno. ¿Y los llantos con la cebolla? Para verlo. O el plátano: ¿lo pelo o no lo pelo? Y así sucesivamente. Pero en el fondo, lo más importante es la enorme variedad de especies vegetales que existen. Lo que pasa es que os lo tuvieron que poner bien fácil para que cuando llegara la especie reina, vosotros, tuvierais alimentos con muchas propiedades aparte de las proteínas que os proporcionaba la caza en la cual tampoco erais muy diestros. Os esmerabais, eso si.
Y parece ser que hemos salido ambas especies del mismo sitio: del mar. ¡Tiene la cosa vainas! Nosotros de un alga y vosotros de un pez. Nosotros hemos evolucionado hasta convertirnos en miles de especies. Miles de colores, sabores y formas. Y vosotros ¿qué hacéis? Unos cuantos colores, piernas y brazos y a fastidiar al personal. Parecéis el caballo de Atila. No hay derecho – que nosotros no sabemos lo que es esto, pero vosotros siempre estáis recurriendo a la frase-.
Hay que ver lo que hace la naturaleza si la dejas en paz. Al final un montón de especies animales y en la cima vosotros, animales. Nosotros, inmóviles, sujetos a la madre tierra, esperando a ser recolectados y a la saca.
Pero a veces pienso que tuvo que haber algún antecesor nuestro que ejerció de eslabón (como el que vosotros tenéis perdido) para multiplicar y poblar la Tierra de tal variedad de vegetales.
Y del futuro no puedo hablar mucho. Primero porque con los bocados que me estas dando no voy a durar mucho y en segundo lugar porque ya os creéis con derecho a manipularnos, transformarnos modificando nuestros genes para parecer lo que no somos o ser lo que no parecemos (¡uy! que lío). El caso es que nos estáis tocando la fibra –y no la sensible- y nos estáis molestando mucho. Puede que algún día nos enfademos.
¡A ver que vas a hacer con mi hueso! ¡Plántalo!